Uruguay, la “excepción a la regla” del fútbol mundial

El delantero uruguayo Edison Cavani. (EFE/Archivo)

Montevideo, 2 jun .– Son pocos los que lo mencionan entre los grandes favoritos, pero son también pocos los que se animan a descartar de plano a Uruguay como posible campeón en el Mundial de Rusia 2018.

No se trata de un candidato del calibre de Alemania, Brasil, España o Francia, pero los “celestes” tienen su respeto ganado.

Con una economía pequeña y sólo 3,5 millones de habitantes, este país ganó dos Mundiales y es, en el fútbol, esa “excepción a la regla” que desafía la lógica de los economistas y los pronósticos.

Aunque lo que pasa en el rectángulo de juego depende de lo que hagan allí 22 futbolistas y los árbitros, además del público, los resultados deportivos parecen estar influidos por varios factores que anteceden esos 90 minutos. Una hipótesis extendida es que el tamaño de las poblaciones y la riqueza juega. Pero no solo eso.

“Uruguay es claramente una excepción dado su notable éxito, pero también lo son Estados Unidos y China, por la razón opuesta”, dijo Stefan Symanski, economista y profesor de la Universidad de Michigan, en Estados Unidos, en declaraciones publicadas en la revista uruguaya “Búsqueda”.

“Ningún modelo estadístico basado en solo cuatro factores (el Producto Interno Bruto, la población, la experiencia de los planteles y la ventaja socioeconómica de los hogares) podría explicar algo tan complejo y detallado como la historia del fútbol”, agregó.

Symanski, autor del libro “Soccernomics”, publicado en 2009 junto al periodista deportivo inglés Simon Kuper, acotó que esos factores explican el 30 por ciento, lo que “aún deja un 70 por ciento sin explicación” para los logros futbolísticos de los países.

Para él, “la cultura -que es tan multidimensional que sería difícil de reducir a una simple estadística- es el gran factor no incluido, y claramente el fútbol está en el centro de la autoidentificación uruguaya”.

Y apuntó que si bien se podría pensar lo mismo de Paraguay, México o Grecia, estos países no han conseguido lo que Uruguay, dos veces campeón Olímpico (1924 y 1928) y del Mundo (1930 y 1950), por lo que es “notoriamente la excepción a la regla” que “siempre habrá en economía”.

Fabián Coito, técnico de la selección de Uruguay de la categoría Sub-20, comparte ese razonamiento. Si bien la riqueza económica de los países y el tamaño de sus poblaciones influye en el potencial deportivo, también “hay un tema cultural”, dijo a la dpa.

“Producto seguramente de la historia y los logros, está muy dentro del imaginario de las personas transformarse en uno de esos pocos jugadores que se destacan. Eso no existe tanto en otros países” como en Uruguay, donde el fútbol es, por lejos, el principal deporte, analizó.

También ve razones deportivas. En el medio uruguayo hay una gran cantidad de clubes, lo que permite potenciar a niños y jóvenes en el momento justo de su desarrollo físico y cognitivo. “En otros países con mucha más población y desarrollo económico, los lugares donde jugar al fútbol son pocos, y el momento adecuado no siempre está”, dijo Coito.

Lo cierto es que los clubes uruguayos, incluso los profesionales, funcionan con presupuestos modestos, de unas pocas decenas de millones de dólares al año en el caso de los más poderosos como los populares Peñarol y Nacional. Casi todos los demás sobreviven con sacrificio.

Diego Lugano, capitán de la selección de Uruguay que terminó cuarta en la Copa del Mundo de Sudáfrica en 2010, describió la penuria que pasan los jugadores del medio local en una entrevista con el rotativo “La Diaria” de Montevideo publicada en marzo pasado.

“Las canchas eran duras como el cemento, el agua caliente en invierno era casualidad y la sala de musculación era un aparato solo, un fierro retorcido. Condiciones parecidas no vi en ningún lado”, dijo sobre su paso por Plaza Colonia, donde se inició en el profesionalismo “charrúa”.

Lugano, que se retiró en 2017, jugó también en el Sao Paulo de Brasil, Fenerbahce de Turquía, Málaga de España y Cerro Porteño de Paraguay, entre otros clubes.

Sin embargo, en los futbolistas uruguayos parece haber una fuerza emocional -llamada por algunos la “garra charrúa”- que los lleva a superar esas limitaciones y sobresalir. De hecho, Luis Suárez, hoy en el Barcelona de España, o Edinson Cavani, estrella del París Saint Germain francés, se iniciaron en clubes humildes de Uruguay.

Coito piensa que, a nivel de selecciones nacionales y de la mano del actual técnico del combinado mayor, Oscar Tabárez, Uruguay ha hecho un “mea culpa” para adaptarse a cómo se juega al fútbol hoy en el mundo. Eso lo hace ser optimista respecto a las posibilidades de cara al próximo Mundial, donde los “celestes” estarán en el grupo con el anfitrión, Arabia Saudita y Egipto.

“Hay buenos futbolistas y la selección ha logrado formar un equipo, lo que es muy difícil. Esa es una gran fortaleza. Uruguay tiene cosas (…) para imaginar un gran torneo”, señaló.

“Pero también hay espectaculares selecciones y formidables futbolistas en otros equipos, y el Mundial es un momento: la historia y los antecedentes sirven para imaginar cosas, aunque la realidad es que todo depende de cómo se llegue ahí”, dijo, mesurado, sin exitismo, una característica del uruguayo.

DPA/Ismael Grau

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